Tejido en paja de trigo: la herencia de un padre

Tejido en paja de trigo: la herencia de un padre

En este mes del padre queremos homenajear a todos los padres artesanos, a aquellos que se han sacrificado para brindarle lo mejor a su familia y a quienes aprendieron de su padre el oficio de su vida.
Este es el caso de Ismael Palma, artesano chupallero de la localidad de Ninhue, que aprendió este noble trabajo como herencia de su padre: Plácido Palma.

Ismael se interesó en el trenzado de paja de trigo desde muy pequeño, a los 8 años ya hacía sus primeras trenzas, que aunque no quedaban muy bien, su madre les daba un buen uso:
“En esos años no habían virutillas o esponjas, entonces nosotros hacíamos trenzas y como no nos quedaban muy buenas, mi mamá las ocupaba para lavar las ollas”

El padre de Ismael aprendió de sus tíos y luego trabajó toda su vida confeccionando chupallas. Actualmente, la mayoría de la familia está involucrada en esta bella tradición. Y es que la zona donde nacieron es la mejor para la siembra de este trigo en específico, que es distinto al usado para obtener grano.

A los doce años, impulsado por la curiosidad, empezó a escabullirse en el taller a la hora de almuerzo, cuando los adultos no estaban, para así probar la máquina y hacer sus primeras costuras. Hubo un tiempo en su juventud donde se alejó de este trabajo por lo sacrificado que es, pero lo retomó a los 28 años y desde entonces no está en sus planes hacer otra cosa.


La confección de una chupalla tiene muchas etapas. La siembra se hace a principios de mayo, cuando caen las primeras lluvias y se cosecha a mano en diciembre.
Una vez que se separa la caña de la espiga se realiza el “despitonado”, que consiste en separar la parte útil de la caña de aquella que tiene nudos. Luego las señoras separan por calibre todas las cañas, ya que si no se hace, no quedan trenzas parejas.
Existen fibras extra finas, finas, semi finas, gruesas y una aún más gruesa, con la que se hacen las chupallas para los niños que tienen actividades en el colegio, ya que es la de menor costo.
“Para hacer una chupalla extrafina se necesitan aproximadamente 180 metros de trenza, esta se remoja para que quede más blandita y se empieza a trenzar. Luego la trenza se pasa por un rodillo para que quede más plana y se lleva a la máquina para darle forma a la chupalla. Después hay que engomarla, plancharla y aplicar una laca natural, se vuelve a planchar y se le añade el tafilete y la cinta decorativa que va por fuera”.

El futuro de este oficio es incierto, cuando Ismael partió eran unos 150 artesanos, de los que quedan al menos 50, además, los jóvenes no demuestran mucho interés en aprender a trabajar la paja. Sin embargo, la diversidad de productos que se realizan actualmente con la técnica ha crecido y es posible encontrar individuales, carteras, monederos, capelinas, huerteras, entre otros. Artículos que usamos día a día y que permitirán a artesanos como Ismael trabajar por muchos años más.

Encuentra productos creados por Ismael aquí.

 



Regresar al blog