Primeros pasos en la artesanía
El arte del tejido en lana ha estado presente en su familia durante varias generaciones. La abuela de Paola tejía a pedido para los vecinos. Luego su hija continuó con la tradición. Debido a una enfermedad genética, Paola estuvo postrada gran parte de su infancia. La lectura y el tejido fueron sus principales compañeros.
Pequeñas aves en fieltro agujado
El fieltro es una técnica textil que consiste en compactar las fibras de la lana, dándole distintas formas y espesores. La lana de ovejas es idónea, pues sus fibras tienen capas escamosas en la superficie, que se entrelazan unas con otras, dando origen a una capa firme y densa. La técnica del fieltro puede ser en húmedo -con agua, jabón y otras herramientas- o bien en seco, con ayuda de agujas, que se conoce como fieltro agujado o punzado. Las manos de Paola dan vida a variadas figuras y piezas de decoración en fieltro, “todo lo que el cliente pida y el tiempo disponga”, resume y agrega: “Lo que me gusta más, es rescatar los pajaritos que veo aquí en mi ventana que andan afuera en mi patio”. Bandurrias, treiles, tencas, gorriones, diucas, loicas y zorzales son sólo algunas de las creaciones que representa.
Preparando la lana
Así como aprendió a cuidar ovejas, Paola también descubrió cómo trabajar la lana: “Lo fui averiguando con mucha dificultad. Lo que yo sabía, lo que es normal, es lo que uno ve acá en el campo. Que se tiene que esquilar la oveja una vez al año y lavar la lana en el río, pero acá estamos súper lejos del río y por nuestra situación de salud, imposible ir allá a lavar”. Es por ello, que junto a su madre desarrolló un método que le permitiera realizar esta labor de a poco; compraron baldes grandes, de los usados en construcciones. “Son siete vellones que hay que lavar y lo hacemos de a poquito…y por eso nos demoramos casi un mes en limpiar los siete vellones”, destaca la artesana. Una vez lavados, se secan al sol. El siguiente paso es la limpieza, escarmenado y selección. Para la artesana este último paso es muy importante: “Hay que ir mirando cuál es la lana es más larga y la que es más cortita. También por colores... la que es más blanquita y la que se ve amarilla. Todo eso va a diferentes trabajos. Por ejemplo: las esferas de pajaritos, esas son con lanas más blanquitas. Entonces tengo que ir seleccionando la lana más blanquita para las esferas y la parte que es más amarilla, más cafesosa, esa es para hacer las ovejitas”. Después viene seleccionar lana que es de otros colores, porque tengo dos ovejas que son de color. Una que es media gris y la otra es más oscura, se ve café. Uno ve la oveja más de lejos y se ve café entera, pero en realidad, después de esquilarla ¡no es así! Tiene partes que son más negras, partes que son coloradas, otras que son medias amarillentas. Todos esos colores hay que irlos separando para después tener diferentes tonos que se van aplicando en los productos que se trabajan. Como sus ovejas son mestizas, la artesana compra algunas lanas más finas para las terminaciones, como, por ejemplo: Merino, Corriedale, Suffolk o Romney.
Colores del jardín
Para teñir la lana Paola usa principalmente colores obtenidos de productos naturales disponibles en la casa: Nos hemos preocupado con mi mamá de ir plantando arbolitos que son tintóreos, como el peumo, el matico y el canelo. El durazno también se ocupa mucho, tiene unos colores muy lindos para hacer las aves. También plantamos matas de tusilago, que es rastrera y que habitualmente se utiliza para el resfriado y si se tiene tos. Da unos tonos verdes bien bonitos, depende del mordiente que se le ponga. Y también con pastito, el del patio, ese natural, silvestre, con ese mismo también se tiñe. La artesana también compra anilinas para la obtención de colores más fuertes y alegres como el rojo, negro, azul, verde botella y fucsia. “A la gente le gustan los colores bien encendidos y lamentablemente los colores naturales, son así como es la zona aquí: en invierno tonos más apagados verdes y grises […]. Así que los colores más fuertes y alegres tienen que ser irremediablemente con anilinas”, aclara. Para fijar los colores, la joven emplea principalmente vinagre o sal, que a su vez dan otras tonalidades. Es por ello que, dependiendo del color a obtener, Paola combina hábilmente los mordientes.
Muñecos, esferas y pequeñas figuras de fieltro
Ya teñida la lana, comienza la etapa de elaboración de cada una de las piezas. Una línea de productos son los muñecos que teje la madre de Paola. “Yo me encargo del proceso de rellenarlos, darle la forma y ponerles la lavanda”, explica la artesana y agrega: “Estos trabajos son lentos y meticulosos, una persona sola no puede cumplir con la fecha de un pedido. Uno de los rasgos que más caracteriza a Paola, junto a su sentido del humor, es su humildad y la búsqueda de continuar aprendiendo y perfeccionándose: “Nunca hay que dejar de aprender. Nunca hay que decir "yo ya lo sé todo”.
La artesanía: creatividad sin límites
Aunque la artesanía requiere de mucho esfuerzo, Paola ama su trabajo: “Lo mejor es tener la mente y las manos ocupadas. Trabajar en la casa, recibir mi platita, según el esfuerzo y saber que, si un día estoy enferma o de poco ánimo y no puedo hacer mis figuras no va a pasar nada, puedo tomarme ese día o esa semana de descanso -depende de cómo me encuentre físicamente- y que nadie me va a decir nada, que puedo trabajar a mi ritmo, soy independiente, puedo echar a volar mi imaginación y tener más creatividad. No estoy trabajando enfocada en límites, no tengo límites para lo que es mi trabajo y eso es lo que me gusta, la libertad de crear, la libertad de tiempo”.
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